Guatemala está en Cuba

Cuando escuchamos el nombre Guatemala, lo más natural es pensar en el país centroamericano de volcanes, textiles coloridos y cultura maya viva. Sin embargo, en un rincón del oriente cubano existe un pequeño poblado que lleva el mismo nombre: Guatemala. Este lugar, desconocido para muchos (incluso para algunos cubanos), encierra una historia tan curiosa como significativa. Y para los guatemaltecos, puede resultar fascinante saber que su país tiene un “tocayo” en la isla caribeña, cargado de historia, simbolismo y arquitectura singular.

Guatemala está ubicada en la provincia de Holguín, dentro del municipio de Mayarí, en la costa norte de Cuba. Su geografía es mayormente llana y está muy cerca de la Bahía de Nipe, a solo 14 kilómetros de la cabecera municipal. Hoy, este poblado cuenta con cerca de 7,800 habitantes, repartidos en más de 2,300 viviendas, y es un ejemplo vívido del pasado industrial azucarero de la isla.

El origen del nombre es relativamente reciente. El poblado fue fundado en la década de 1930 con el nombre de Preston, en honor a Andrew W. Preston, cofundador de la United Fruit Company. Esta poderosa compañía estadounidense construyó allí un central azucarero que llegó a ser uno de los más importantes del Caribe. Preston funcionó como un típico batey cubano: un asentamiento alrededor del ingenio, con viviendas de madera importada, diseño funcional y una comunidad estructurada alrededor del trabajo en el central.

El cambio de nombre a Guatemala ocurrió después del triunfo de la Revolución cubana en 1959, como parte de una ola de renombramientos que buscaban borrar vestigios del colonialismo económico. La elección del nombre “Guatemala” no fue casual: fue un gesto de solidaridad hacia el pueblo guatemalteco, que había enfrentado situaciones similares de intervención extranjera. Era, además, un símbolo de conexión entre pueblos latinoamericanos que compartían una historia de lucha contra el imperialismo.

Hoy, Guatemala es un lugar detenido en el tiempo. Las ruinas del central azucarero aún se alzan como esqueletos de una era pasada, y muchas de las casas originales se mantienen en pie, pintadas de tonos amarillos y verdes, con diseños arquitectónicos que aún remiten a la influencia estadounidense. Aunque la economía ya no gira en torno al azúcar, la comunidad sigue viva, con escuelas, centros de salud y tradiciones propias.

Para los guatemaltecos del país centroamericano, saber que en Cuba existe una comunidad con su mismo nombre puede resultar entrañable. Es como si una parte de Guatemala se hubiera trasladado a una isla del Caribe y hubiera echado raíces en otra tierra de cultura cálida y espíritu resistente. Esta coincidencia va más allá del nombre: ambas “Guatemalas” comparten historias de lucha, herencias indígenas y mestizas, y el deseo de independencia plena.

Así, la Guatemala de Cuba, es más que un simple punto en el mapa: es un espejo pequeño pero simbólico de la historia latinoamericana, donde los nombres y los pueblos viajan, resisten y perduran. Para quienes aman la historia, la identidad o simplemente las coincidencias asombrosas, este lugar es una joya por descubrir. Y para los guatemaltecos, una curiosidad geográfica que seguramente despertará más de una sonrisa.

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