El estigma blanco de Latinoamérica
Desde los tiempos de la conquista de los pueblos latinoamericanos, las personas de estas regiones se han visto forzadas a contemplar al hombre blanco europeo como un ser superior al cual no solo hay que admirar sino que también hay que rendirle gratitud, sumisión y caerle en gracia.
Contrario a la lógica, o a lo que actualmente se pueda esperar, esta manera de pensar aún está profundamente implantada en las sociedades latinoamericanas llevando a crear un complejo de inferioridad y discriminación no solo entre los distintos territorios sino dentro de un mismo país.
En su momento, para conseguir el apoyo popular hacia la independencia de los territorios latinoamericanos, se impulsó en cada país un movimiento chovinista, problema que también llega hasta el día de hoy pero que, paradójicamente, en ningún momento cortó con esa pleitesía hacia el hombre blanco ni con la falta de autoestima colectiva.
Cada país latinoamericano tiene su propia historia pero a su vez comparten muchos aspectos y, por desgracia, esa perturbación en el amor propio social es uno de ellos. Todos y cada uno de los países latinoamericanos tienen su versión de este complejo de inferioridad pero al final de cuentas es el mismo.
Desde los mexicanos de tez blanca o morena clara que se hacen llamar así mismos “whitexicans” y que se creen seres ultra especiales, asegurando ser una especie de “élite” heredera de los antiguos colonizadores españoles y que, por ello, deben de poseer siempre las riendas de cada aspecto del país porque, a diferencia de los “prietos” que solo sirven de mano de obra, ellos son la mente suprema que mantendrá a flote el país.
Hasta el caso más extremo de Argentina, donde la llegada de oleadas de inmigrantes españoles e italianos es mucho más reciente y donde el mestizaje es bastante escaso. No hay argentino que pierda oportunidad para aclararle al mundo que ellos son europeos refugiados en esas tierras, que el destino quiso que casi por "accidente" nacieran allí pero que en realidad no son latinoamericanos sino europeos y hasta más “originales” que los europeos actuales pues consideran que estos ya están mucho más mezclados.
En el sector del entretenimiento artístico latinoamericano se puede ver claramente este problema. En las telenovelas, el producto estrella del espectáculo audiovisual en Latinoamérica, los artistas principales siempre son de piel clara, no se concibe ver actores morenos siendo los protagonistas, se busca a los artistas más caucásicos posibles, incluso se importan de países europeos si es necesario, se considera todo menos que el aspecto real de la población mayoritaria se vea representada en la telenovela.
Este complejo de inferioridad queda también en evidencia en Internet ya que, gracias al mismo, ahora se puede producir contenido directamente sin necesidad de intermediarios. Los “vloggers” estadounidenses y europeos blancos han descubierto que en Latinoamérica son venerados, recibidos como mesías, obteniendo multitud de regalos, dinero, prestigio, hasta se les concede nacionalidades solo por hacer un video diciendo que les gusta un país de Latinoamérica y su cultura.
El latinoamericano contemporáneo prefiere ayudar y hasta darle todo lo que tiene a un “visitante” por el simple hecho de que este sea blanco, y por tanto un ser superior, antes que ayudar a un compatriota realmente necesitado. Es muy triste pero es la increíble pero cierta realidad de la Latinoamérica de hoy, el endémico complejo de inferioridad del latinoamericano de siempre.
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