Profesiones con trabajadores pedantescos

Antes de que salten las alarmas, aclaremos algo: no, no estoy diciendo que todos los que trabajan en las siguientes profesiones sean así. Como en todo, hay personas amables, humildes y profesionales en cada área. Sin embargo, si uno busca ejemplos de trabajadores que se creen mucho más importantes de lo que realmente son, hay tres campos profesionales donde, por experiencia, he encontrado a mucha gente así...


1. Guardia de seguridad: “El sheriff de la comarca”

Todos hemos visto a alguno, llevan un uniforme, un cinturón con linterna y un silbato, y de pronto se sienten protagonistas de una película de acción. El problema es que no son policías, ni agentes encubiertos, ni miembros de un comando especial. Su trabajo es cuidar, vigilar y, en la mayoría de los casos, observar que nadie se robe el jabón del supermercado. Pero para algunos, el simple hecho de portar un chaleco reflectante los transforma en una autoridad mundial en seguridad, aunque su mayor hazaña sea pedir que “no se apoyen en la vitrina”.


2. Empleado de sucursal bancaria: “El ministro de finanzas públicas”

Si alguna vez has tratado con un gerente de agencia bancaria, probablemente hayas sentido que estabas frente a alguien que cree manejar la economía del país. Muchos de ellos actúan como si tu dinero fuera suyo, como si tu tarjeta dependiera de su bendición personal y como si, en sus ratos libres, decidieran cuántos billetes se imprimirán este mes. La realidad es que, a duras penas, saben gestionar trámites, cuentas y préstamos, pero para algunos, el escritorio y el traje parecen otorgarles porte de magnate con poderes económicos de presidente del banco central.


3. Farmacéutico: “El doctor en todología médica”

En la antigüedad, un farmacéutico era un verdadero alquimista: mezclaba hierbas, preparaba ungüentos y elaboraba remedios únicos. Hoy en día cualquier persona con estudios básicos puede hacer este trabajo pues solo se trata de vender medicamentos que ya vienen preparados, empaquetados y listos para despachar. Aun así, hay quienes, por el simple hecho de usar bata blanca, creen que podrían reemplazar al neurocirujano jefe de la sala de operaciones en cualquier momento. Algunos de verdad se creen que son doctores y se comportan como protagonistas de una serie de drama médico.


En conclusión, estas tres profesiones no son las únicas con exceso de ego, pero sí destacan por la cantidad de casos que uno encuentra en la vida cotidiana. Y antes de que alguien lo pregunte: no, los funcionarios no entran en esta lista porque ellos merecen un artículo entero y exclusivo, o varios capítulos con sus secuelas dedicados a su inigualable forma de atender al ciudadano.

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